22 de septiembre de 2009

Una jalada

Era una de las cosas más extrañas que le habían pasado. Toño, como en otras ocasiones, había cumplido con el ritual de siempre, a saber: tomó de su colección una revista de caballeros (con todo y que sus modales, además de escasos, no eran exactamente refinados), la hizo rollito para que no se viera la portada y luego se escabulló hacia el baño, lejos de la mirada de su sorda abuela. Hojeó asiduamente, pronunció palabras sucias en su mente ("caca", "chis", "gargajo"... es que era medio escatológico :B) mientras sacudía su pinga con vigor para que se erectara.

Como en otras ocasiones, al lograr que se le parara tomó un poco de crema, la embarró en la palma de su mano derecha y con un agresivo movimiento de arriba p'abajo, la distribuyó por su pene enrojecido. Todo iba normal hasta que se hizo un silencio diminuto. Toño descubrió que por alguno de los muros del pequeño apartamento en que vivía se colaba el jadeo de una pareja entregada a la concupiscencia carnal.

Por fin, a sus 14 años escuchaba por vez primera "en vivo" (siempre lo había hecho a través de DVDs clonados) los sonidos de una hembra respirando con dificultad, poseída por el deseo, entregada al placer de sus sensaciones vaginales. Y es que a pesar de la falsedad que denotaban las expresiones "¡ya vente mi amor, ya vente!" y "¡oh, ah, eh!", para Toño era una experiencia irrepetible.

Trató de aprovechar la ocasión: colocó más crema en su mano, hojeó la revista con sus dedos grasosos en busca de una fotografía en que la modelo le mostrara sus gluteos, se sentó a sus anchas en el retrete e inició una brutal embestida masturbatoria sobre su glande (no muy glande, por cierto) mientras escuchaba la voz lasciva de su amante auditiva. Para él, eso era como perder la virginidad.

Se esforzaba por lograr la eyaculación, sin conseguirlo. "¿Qué pasa?" se preguntaba y le preguntaba a su pene, y casi sin darse cuenta rebasó sus tradicionales 3 minutos de placer. Pensó que lo mejor era dejar de ver la revista, cerrar los ojos e imaginar lo que escuchaba. Como una cruel coincidencia, la voz que comenzó a escucharse fue la del machín, que empezó a bufar y a anunciar escandalosamente que estaba por venirse.

En su mente apareció una imagen nítida: él, Toñito, dándole por detrás a un tipo con las manos atadas y con una máscara, mientras eran observados cínicamente por varios voyeristas, uno de ellos el párroco de su colonia. Se aterró, y más al abrir los ojos y descubrir que comenzaba a tener una eyaculación abundante, chorreante y satisfactoria.

Desconcertado, sólo alcanzó a decir: "¡carajo, soy puto!".

3 opiniones:

Chico che dijo...

Autobiografía? xD

savihc dijo...

si te fijas bien en las etiquetas, dice "manolo" xD

Chico che dijo...

Ah, ya caí... Manolo Sol :B