11 de mayo de 2014

¡Ay, México, cómo te duele tu raíz indígena!

En algún país mestizo con memoria selectiva / Noticutre. A veces no entiendo por qué critican tanto a Facebook, Twitter y demás redes sociales. El argumento es que son puro narcisismo, banalidad y frivolidad expresadas a través de un montón de monólogos de “nuevos expertos” en fotografía, deportes, economía, publicidad, ciencia, cine, música y relaciones humanas, todos tan mal escritos que bien pudieron ser la causa de la muerte de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Sencillamente, no lo comprendo.

Y no lo digo porque ponga las manos al fuego por los mentecatos que desperdician el ancho de banda con selfies aftersex, sellotape y las “clásicas” de púberes con cara de pato y culo parado. Lo digo porque la frivolidad, la banalidad y el narcisismo no dependen de las redes sociales: son una condición tan humana como la estupidez y el egoísmo. Salvo honrosas excepciones, pues, ¿de dónde piensan que pueden compartirse ideas cuando la mayoría de la gente invierte sus mayores esfuerzos en no pensar?

¡Ah, todo es apariencia! Hagamos parecer que somos prósperos, hagamos parecer que somos felices, hagamos parecer que somos un país no tan bananero. ¡Ah, la vista, ese sentido tan preciado y seductor, y tan fácil de engañar y de convertir en una puerta para quienes desean raptar nuestra voluntad!

En fin, que toda esta verborrea no es más que una reflexión para contextualizar la siguiente y encantadora noticia, presentada por sitios como Chiapas Paralelo, Proceso, 20 Minutos y Sin Embargo. Resulta que la Secretaría de turismo de Chiapas, bajo la al parecer atinada dirección de un tal Mario Uvence Rojas, tuvo la no menos atinada idea de contratar a modelos nacionales y extranjeros para vestir la ropa tradicional de los pueblos indígenas de la región, seguramente con la idea de darle onda old fashion al (oh, mexican curious!) Tianguis Turístico México 2014, que se celebró en Cancún, Quintana Roo, del 5 al 9 de mayo.

Esto, coinciden en señalar todos los medios citados, “a pesar de que en Chiapas hay un millón 200 mil indígenas”. Y para echarle un poco más de sal a la llaga, la activista feminista Patricia Chandomí ha señalado: “en Chiapas no he visto nunca a ninguna blanca vestir de pies a cabeza los trajes indígenas y menos en su vida cotidiana. Yo no digo que no puedan hacerlo. El caso es que no lo hacen; no poner a las personas que sí usan el traje de manera cotidiana asoma a un racismo”.


Simular. Maquillar lo que somos, porque nosotros mismo creemos que no merecemos ser vistos. Aniquilar nuestra cultura porque pensamos que no será (¿no merece ser?) aceptada. Traicionar nuestra historia por unos cuantos billetitos que terminarán en una casa de apuestas en Las Vegas. “El mejor indígena es el que está muerto”, dijo el entrañable Guillermo Bonfil Batalla en su México Profundo a mediados de los años 80 del siglo pasado, y las cosas casi que siguen igual.

No por nada, cuando un reportero tuvo la ocurrencia de vestirse como huichol y caminar así en Polanco, en la “muy plural ciudad de México”, hace unos días, fue cuestionado por un policía y tuvo la impresión de que los asistentes a un centro comercial se le alejaban por temor. ¡Pobre México, tan lejos de dios y tan cerca de los mexicanos! ¡Salven a la Suave Patria de sus hijos, antes de que la aniquilen!

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